Entre otros muchos oficios, fue dramaturgo, poeta, historiador y pintor; y ocupó cargos políticos como el de embajador en Nápoles y París, vicepresidente del Senado, presidente del Consejo de Ministros (2 días) y director de la Real Academia Española. Pero, sobre todo, se le conoce por escribir el drama romántico (en verso) Don Álvaro o la fuerza del sino, estrenado en Madrid en 1835 (el primer éxito romántico del teatro español).
Tal fue el éxito de la obra que se usó más tarde como base para la ópera de Verdi La fuerza del destino (1862).
El argumento de la obra es típicamente romántico, toca diversos temas (amor, honor, venganza, religión, muerte y el sino) y tiene un final trágico: Álvaro vive un apasionado y prohibido romance con la joven Leonor. Se fugan, pero los descubren, Leonor acaba en un convento y Álvaro cree que está muerta. Pasa el tiempo, Álvaro está en Italia. Pierde un duelo, vuelve a España. Álvaro está luchando contra el hermano de Leonor y ella aparece de sorpresa. El hermano piensa que ella es cómplice de Álvaro, así que la mata y don Álvaro se suicida.