Al hablar de literatura hispanoamericana, siempre se simplifica. Se habla de una cuando en realidad son varias, porque cada país tiene la suya. Aunque en ocasiones estuviera ligada a la literatura europea, evoluciona de forma propia.
Al hablar de literatura hispanoamericana, siempre se simplifica. Se habla de una cuando en realidad son varias, porque cada país tiene la suya. Aunque en ocasiones estuviera ligada a la literatura europea, evoluciona de forma propia.
Contexto
Los países hispanoamericanos se independizan a principios del siglo XIX (excepto Cuba y Puerto Rico, que lo hacen en 1898). Sin embargo, no prosperan económicamente, sino que dependen de empresas multinacionales y de EE. UU. A lo largo del siglo XX, la región sufre explotación de sus recursos y pobreza entre su población, dominada por una minoría rica. Desde su independencia, muchos países enfrentan inestabilidad política, con períodos democráticos interrumpidos por golpes de estado y movimientos revolucionarios.
En la primera mitad del siglo XX, la poesía fue el género literario más destacado; sin embargo, durante la segunda mitad, la novela hispanoamericana se llegó a situar en primera línea mundial.
Poesía
Los inicios del siglo XX marcan la cima de la poesía modernista, un movimiento literario hispanoamericano influenciado por el Simbolismo y el Parnasianismo franceses. Por primera vez, un movimiento literario del subcontinente influye en España. Rubén Darío, con su obra Azul (1888), inicia y propaga esta nueva lírica.
Postmodernismo
Entre 1914 y 1918, durante la Primera Guerra Mundial, el Modernismo desaparece con la muerte de sus figuras clave. Algunos poetas siguen con los la corriente, pero otros se distanciaron radicalmente, generando una revolución en la poesía.
Vanguardias
Las vanguardias europeas de los años veinte también llegaron a América, donde destacaron movimientos rupturistas como el Creacionismo (Vicente Huidobro), el Ultraísmo (Jorge Luis Borges) y el Surrealismo (Pablo Neruda).
Vanguardias
En esta época surgieron tres grandes movimientos:
Intelectualismo (Octavio Paz)
Antipoesía (Nicanor Parra): caracterizada por su ironía, su humor y un lenguaje cotidiano y directo.
Poesía realista (Mario Benedetti): refleja el compromiso del poeta con la realidad social y política y la concepción de la poesía como instrumento de lucha.
Narrativa
Realismo tradicional (hasta 1945)
Los autores presentan la peculiaridad americana y hablan de su búsqueda de la identidad nacional, una vez independizados.
Escriben novelas regionalistas o de la tierra, cuyo tema es la naturaleza (mayormente inexplorada); sobre la revolución mexicana, centrada en temas políticos; y novela social o indigenista, en la que denuncian las desigualdades de la pirámide social.
Realismo mágico o innovador (desde 1945 a 1960)
El realismo mágico introduce elementos fantásticos, irreales o extraños en la realidad y la cotidianeidad de la vida.
Los principales exponentes del Realismo Mágico son el cubano Alejo Carpentier (Los pasos perdidos, 1953) y el mexicano Juan Rulfo (Pedro Páramo, 1955). aunque también se puede considerar en esta tendencia al colombiano Gabriel García Márquez (Cien años de soledad, 1967).
El "boom" renovador (desde 1960 a 1980)
Es la década más importante y se llama “boom” por el asombro (y también desprecio) que produjo su enorme éxito y difusión.
Los novelistas continuaron la época anterior (por eso resulta difícil establecer una frontera), pero añadieron algunas novedades: más elementos fantásticos, punto de vista múltiple, cambios en la cronología (se combinan varias historias o se desordena el tiempo) o nuevas formas de lectura.
Autores:
Julio Cortázar: con su novela Rayuela (1963), rompe con los moldes técnicos y experimenta con una doble lectura
Gabriel García Márquez: se caracteriza por la imaginación y la especial mezcla que hace de lo real, lo imaginario, el mito y la historia. Otras obras suyas son Crónica de una muerte anunciada (1981) y El amor en los tiempos del cólera (1985).
Mario Vargas Llosa: narra desde una perspectiva realista, alejada de lo mágico (La ciudad y los perros, 1963).
Otros: Mario Benedetti y Augusto Monterroso.
Últimos novelistas
Siguen publicando autores consagrados y los que no lo son, pero se exilian muchos autores por razones políticas y económicas.
Surgen muchas tendencias, pero los temas y aspectos formales continúan, aunque abandonan estructuras complejas para crear novelas más accesibles y menos exigentes para los lectores.
Algunos autores relevantes son Isabel Allende, con La casa de los espíritus (1982), Luis Sepúlveda, con Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar (1996) y Laura Esquivel, con Como agua para el chocolate (1989).