Era el Modernista más joven.
Sufrió una profunda depresión con la muerte de su padre y se agravó por su tendencia a la melancolía.
Se trasladó a Madrid en 1900, y luego viajó por Francia y Estados Unidos.
En 1914 publicó Platero y yo, ejemplo de la prosa poética modernista y una de las obras más traducidas de la literatura española.
En 1916 se casó con Zenobia Camprubí, que fue el pilar más importante de su vida.
Al comenzar la guerra Civil en 1936 se exilió, primero en Estados Unidos y, posteriormente, en Puerto Rico, donde murió en 1958.
En 1956 se le concedió el Premio Nobel de Literatura.
Juan Ramón Jiménez vivía su mundo “en soledad”, consagrado por entero a su obra, entregado a una persecución exigente e inacabable de belleza y verdad (ansia de eternidad). Era ese tipo de artista que se aislaba del mundo y entregaba su vida a su obra. Por eso su poesía es minoritaria y hermética, y la dedicaba “a la minoría, siempre”.
Su idea de la poesía está presidida por una triple sed: sed de belleza, sed de conocimiento, sed de eternidad. De aquí su preocupación por la fugacidad de las cosas y también su especial idea de Dios, a quien identifica con la naturaleza o con la Belleza absoluta.
Su obra resume los caminos recorridos por la poesía española desde el Modernismo hacia nuevas formas. Destacan sus Rimas, Arias tristes o Diario de un poeta recién casado.